No se sabe cuándo exactamente,
hace muchos miles de años atrás,
la humanidad inventó el pan.
Nos gusta pensar que fueron las generosas y
Protectoras manos de mujeres las que le dieron
su origen, forma y sustancia.
Y que desde siempre, desde entonces,
las manos que amasan el pan
son manos generosas que nutren y dan.
Pan hay en todas las culturas,
de diversas formas y granos distintos.
En alemán es brot, en francés es pain.
Llámese como sea, en cada casa no puede faltar:
Es, indudablemente, el alma del hogar.
El pan acompaña al viajero
y salva el día del jornalero.
Alimenta desde el Rey a su lacayo
ya que no se conoce clase, raza ni credo.
¿Y si envejese el pan?
No importa,
ya que el pan nunca puede ser duro,
lo que puede ser duro es no tener pan.